Articulos de interes del mundo de la madera
En plena tormenta de la reforma eléctrica hay un tipo de biocombustible que, sin prisa pero sin pausa, se está haciendo con su trocito del pastel. Son los pellets, un pequeño conglomerado de entre dos y tres centímetros, a base de serrín prensado de madera, que se ha convertido en la alternativa más ecológica a la hora de generar energía térmica. También la más barata, aunque cada vez menos.
“El boom de los pellets empezó hace un par de inviernos”, asegura Pablo Rodero, responsable de calidad de biocombustibles de la Asociación Española de Valorización Energética de la Biomasa (Avebiom). “En estos dos ejercicios, la demanda prácticamente se ha duplicado y hemos pasado de 75.000 toneladas a 200.000 en el año 2013”, gracias, por ejemplo, “a las pequeñas estufas”. A esa cifra se suman otras 100.000 toneladas, aproximadamente, que se exportan fuera de España, a países donde el consumo de pellets está mucho más extendido. Los productores son optimistas; tanto que prevén que, en 2020, la demanda pueda superar el millón de toneladas.
Y si crece la demanda, también aumenta el número de productores. “Ha crecido tanto el número de fábricas como su tamaño. Nosotros somos responsables de certificar que cumplan una serie de requisitos de producción a través del certificado ENplus. Por ejemplo, comprobamos que utilizan madera virgen sin ningún tipo de tratamiento. Hace tres años, en 2011, sólo había cuatro fábricas. El pasado año llegamos a 14 factorías y este año se van a certificar otras dos o tres”, indica Rodero. En total, en España hay alrededor de una treintena de empresas dedicadas a la fabricación de pellets. Un negocio al que, además, hay que sumar alrededor de 50 o 60 distribuidores, algunos de muy pequeño tamaño.
"El boom de los pellets era cuestión de tiempo porque ya estaban en el resto de Europa. Llegamos con retraso", asegura José Luis Hernández, distribuidor mayorista de pellets. "En los países del centro de Europa predominan las calderas, sin embargo en España, Francia o Italia predominan las estufas porque son baratas; y eso es fundamental, sobre todo, en plena crisis". Italia es, precisamente, el modelo a seguir. Allí, según las estadísticas de Avebiom, ya se comercializan cerca de dos toneladas de pellets. "En nuestro país aún nos quedan tres o cuatro años de crecimiento y, después, de consolidación", concluye el empresario burgalés.
Uno de los problemas del sector es que, al mismo tiempo que han crecido la demanda y el número de operadores, también se han disparado los precios. “La materia prima se ha llegado a encarecer entre 20 y 40 euros pero, al consumidor final, solo se ha trasladado una subida de entre el 6% y 10%”, asegura el representante de Avebiom. “En este país, no se corta un solo palo si no hay una planificación detrás. Esta es una industria local, que se basa en los productores de la zona. El problema es que, desde 2007, se corta muy poca madera porque era una industria muy vinculada al sector del mueble y, por tanto, a la construcción. Muchos aserraderos, simplemente, han muerto”, asume.
Sin embargo, los pellets aún son una alternativa más barata ya que, según la asociación sectorial, su precio “ronda los 5,6 céntimos de euro por kilovatio, algo inferior al del gas, e inferior a los 9 céntimos del gasóleo o los 16 de la electricidad”. Sin embargo, las calderas para uso doméstico que emplean este tipo de biocombustible aún son más caras y se puede tardar alrededor de dos años en lograr su amortización, dependiendo del consumo.
“Otro problema que tenemos es que llevamos mucho retraso en comparación a otros países europeos, como sucede con casi todo”, señala David Rodríguez, gerente de una empresa de Pellet “Por ejemplo, en Austria o en algunos países nórdicos esta industria está muy asentada, de hecho, hay muchas calderas que se importan desde allí”, indica.
Los productores expresan sus críticas a la hora de hablar de la falta de respaldo por parte de las administraciones públicas, sobre todo en cuanto a la relevancia que se da a la biomasa en el conjunto de la cesta energética. “No tenemos subvenciones, hay algunos créditos blandos para que los consumidores cambien sus calderas por modelos más eficientes pero poco más”, asegura un fabricante de pellets. “No obstante, podemos decir con cierto orgullo que hemos logrado ser rentables sin ningún tipo de ayuda”, recalca.
Los pellets no son, ni mucho menos, la única alternativa verde al gas y la electricidad. Hay otras opciones que no son nuevas, dado que en muchas zonas de España se utilizan desde hace décadas, aunque ahora se persigue la búsqueda de una calidad homogénea para que aterricen en el mercado de forma más amplia. Desde las cáscaras de almendra, a las de piñón pasando por los huesos de aceituna.
Estos últimos “se han usado siempre, sobre todo en Andalucía, pero antes salían de las fábricas aceiteras con un poquito de humedad, o con hollejo, y eso servía para pequeñas estufas pero no para grandes calderas. Por eso se está buscando una homologación entre varios países, como Francia, Portugal e Italia, para que cumplan una serie de requisitos y de garantías de calidad”, apunta Pablo Rodero. “Son la alternativa ecológica, la que se genera en nuestros bosques y que no emite CO2”, insiste el representante de Avebiom. El tiempo dirá si es una alternativa que ha llegado para quedarse.
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