Articulos de interes del mundo de la madera

Entrar estos días en el claustro de la casa consistorial de Noia es como acceder a un bosque en miniatura. Allí pueden contemplarse ejemplares de tejo, boj y pino, pero también de especies propias de Asia o América. Todos ellos tienen un denominador común, no superan el metro de altura. Se trata de medio centenar de bonsáis que son fruto del esfuerzo y el mimo que un vecino de la localidad, Manuel Brenlla, pone en esta afición desde hace un cuarto de siglo.

De hecho, pese a que en el claustro pueden verse medio centenar de arbolillos, la colección de este noiés se sitúa en torno al doble de dicha cifra. Entró en contacto con este mundo por casualidad, pero desde entonces recorre los montes en busca de ejemplares susceptibles de miniaturizar: «Cando estaba vivindo en Canarias compartín hotel con uns biólogos xaponeses que tiñan bonsáis. Foron eles os que fixeron que me entrara o gusanillo», comentó Brenlla.

Desde entonces, este noiés busca por el monte especies que pueda convertir en bonsáis. Eso sí, el proceso a seguir no es fácil y mucho menos corto: «O primeiro e o segundo ano hai que darlle unha poda alí no monte, tanto aérea como cortándolle as raíces. O terceiro é cando se traslada o exemplar e se sitúa ao nivel do mar nunha horta. Logo, se a árbore responde, pode pasarse a unha maceta».

Un autodidacta

Para determinar el proceso a seguir, Manuel Brenlla se empapó de teoría a través de varias publicaciones relacionadas con la materia, pero lo fundamental fue, como casi siempre, la práctica: «Teño que recoñecer que ao principio me morreron bastantes exemplares».

Otros muchos, salieron adelante. Así, entre los arbolillos a los que él mismo le fue dando forma y los que consiguió que le trajeran de otros países, el noiés se hizo con una colección que roza el centenar de ejemplares. De los que estos días se exhiben en el claustro de la casa consistorial de Noia, hay varios que llaman especialmente la atención de los visitantes «Gusta moito un acer palmatur, pois ten a folla moi pequena e dentada, e cambia de cor cando chega o outono». Brenlla también se muestra orgulloso de lucir un ginkgo biloba, una especie asiática con reconocidas propiedades medicinales y cuyo fruto es comestible.

Pese a que el noiés reconoce que nunca pensó en tener una colección como la cuida y mima cada día, ve difícil cumplir su sueño: «Sempre tiven ilusión por ter as doce árbores do ano, unha colección formada por especies que dan froito en cada un dos doce meses. Teño dous, pero está complicado conseguir o resto pois a maioría son de Centroamérica». Brenlla llegó incluso a contactar con el Ministerio de Agricultura para ver la posibilidad de hacerse con alguno de estos árboles, pero le alertaron de la inviabilidad de llevar a la práctica su pretensión, debido a las plagas que pueden traer consigo dichas especies.

Aún así, el noiés se muestra muy orgulloso de su pequeño bosque en miniatura, sobre todo cuando contabiliza las visitas que ha recibido la exposición: «Pasaron xa máis de dúas mil persoas».