Articulos de interes del mundo de la madera

Los niños revolotean en el hall de la ikastola Amara Berri. Un expositor alberga una veintena de reproducciones, algunas, de auténticas maravillas del mundo; la Torre Eiffel, la Torre de Pisa, la Torre de Hércules o el Taj Mahal deslumbran y dejan boquiabiertos a los pequeños, que no dudan en preguntar a su autor, Serafín Hernández, por las diferentes fases de creación. «Son muchas horas de trabajo, de sacrificio». «¡Son chulísimas, una pasada!», exclaman atónitos. Y es que esta pasión lleva años removiendo las emociones de este hombre al que, lejos de agotársele las ganas, continúa disfrutando de este trabajo minucioso y costoso. Hace unos días, esta misma muestra podía verse en otro espacio, en un lugar donde las obras de arte no suelen tener cabida, en la cárcel de Martutene. «Fue una experiencia muy bonita, en un lugar diferente y que sorprendió y gustó a muchos», asegura.

Lleva casi 40 años trabajando estas pequeñas obras de arte, si bien, fue hace 20 cuando empezó a trabajar con mayor dedicación. Son muchas las horas de sacrificio, inspeccionando, probando, quitando. Todo debe de estar bien atado para que la obra luzca espectacular. «Cojo listones de madera y trabajo con tiras más pequeñas. También utilizo piedra arenisca y pego ladrillo. Hay partes que son muy complicadas de realizar, y trato de ser muy meticuloso». Nació en Extremadura pero lleva toda la vida en San Sebastián. Es un donostiarra de pro y, con sus trabajos de marquetería, también ha tenido a esta ciudad en sus pensamientos, recogiéndolos en auténticas obras de arte. El Ayuntamiento, el Palacio de Aiete o el antiguo Palacio de Justicia tienen también su propia maqueta. De hecho, el antiguo casino, convertido ahora en consistorio donostiarra, ha estado aproximadamente dos meses expuesto en el propio Ayuntamiento para alegría de los visitantes, que valoraron el minucioso y costoso trabajo que hay detrás de la obra. «Realizarlo entero me costó 500 horas. Su valor es incalculable». Eso por no hablar de las más de 5.000 maderitas que necesitó para dar forma a la Torre de Hércules o los 16 planos que diseñó para conseguir las curvaturas de la Torre Eiffel.

Serafín lleva toda la vida trabajando, buscando, analizando la mejor de las maderas desde el 115 del paseo de Ubarburu, en el Polígono 27 deMartutene. A él le debemos los primeros servilleteros de este material que pulularon por bares y cantinas, así como las peanas para pintxos que, todavía hoy, abundan por la Parte Vieja. Castilllos Medievales de Papel, Las Ventas -con arena del coso de Illumbe-, el puente colgante de Portugalete. son algunas de las obras que, todavía hoy, se pueden admirar en el hall del colegio Amara Berri, que está abierto a todo el público «y estoy deseando que vea la gente. No es fácil desplazar todos estos trabajos, pues pueden romperse y desgastarse, no suelo moverlos mucho», asegura.