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Articulos de interes del mundo de la madera

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-Bases conceptuales del manejo forestal comunitario

http://www.ecoticias.com/eco-america/88461/noticia-medio-ambiente-Bases-conceptuales-manejo-forestal 10-02-2014 | Visitas: 8867

Tomando en cuenta ambos factores podemos encontrar dos situaciones: i) Las comunidades tienen control sobre la toma de decisiones y ii) Las comunidades son parte del proceso de toma de decisiones.

En la literatura podemos encontrar denominaciones tales como manejo forestal comunitario, forestería comunitaria, manejo de bosques comunales, manejo forestal de base comunitaria, manejo forestal participativo, silvicultura comunitaria, manejo forestal colaborativo,  entre otros. Así mismo podemos encontrar un término más genérico como el desarrollo forestal comunitario o más específico como empresas forestales comunitarias.

Aunque en primera instancia todos estos términos parecieran estar hablando de lo mismo no es así y es necesaria una debida aclaración para precisar el objeto de nuestra investigación. Dos factores son clave en este propósito: i) el grado de participación y ii) el grado de control que tengan las comunidades locales sobre la toma de decisiones respecto a los bosques.

Tomando en cuenta ambos factores podemos encontrar dos situaciones: i) Las comunidades tienen control sobre la toma de decisiones y ii) Las comunidades son parte del proceso de toma de decisiones. Noten que en este segundo caso las comunidades son invitadas a participar por externos (empresas, Estado, Cooperación Internacional). De este análisis podemos reconocer entonces tres situaciones respecto a la toma de decisiones:

  • Las comunidades toman decisiones (manejo forestal comunitario, forestería comunitaria, manejo de bosques comunales)
  • Las comunidades comparten con terceros la toma de decisiones (manejo forestal colaborativo, silvicultura participativa)
  • Terceros toman las decisiones (manejo forestal)

Esta aclaración es pertinente porque se ha usado la denominación genérica de manejo forestal comunitario (o forestería comunitaria) para designar todas las situaciones cuando en la práctica hay diferencias que tienen implicancias en el grado de empoderamiento comunal respecto al manejo de los bosques. Por eso habría que aclarar si estamos hablando de comunidades que manejan bosques o estamos hablando de empresas que trabajan con comunidades. Así mismo habría que diferenciar la participación motivada por pagos directos (dinero o alimentos) o la que se realiza mediante el trabajo voluntario.

Ahora bien, también hay que aclarar si se trata de un proceso real o aparente de toma  de decisiones. Esta situación se genera porque ante la falta de capitales, tecnología intensiva, potencial humano calificado (en términos de operaciones comerciales) las comunidades buscan socios o son los externos los que buscan a las comunidades. A ello se suma diferencias en cuanto a relaciones, conocimientos especializados y recursos que en ocasiones derivan en asimetrías. Esto explica por qué en ocasiones el grado de control sobre la toma de decisiones es más aparente que real. A ello se suma además en algunos casos grados de corrupción de dirigencias o dirigentes comunales.

El otro hecho que marca las diferencias refiere a la hipótesis dominante de trabajo es que las comunidades necesariamente tienen que articularse a los exigentes mercados nacionales o internacionales como única opción para que la comunidad pueda superar su pobreza. Bajo este paradigma los diagnósticos arrojan – lo que es previsible – carencia de una cultura empresarial, deficiencias en manejo contable, escasez de personal calificado. Por tanto, siempre bajo esta lógica, lo que hay que hacer es llevar lo que a las comunidades les falta: capitales, tecnología, capacitación técnica y empresarial.

Para esclarecer el marco del manejo forestal comunitario habría entonces que profundizar el conocimiento en qué marco se desarrolla. Lo primero que habría que revisar cómo es el caso de la tenencia de tierras. Encontramos entonces que el manejo forestal comunitario se da en territorios titulados o territorios no reconocidos, incluyendo territorios en proceso de reconocimiento. Esto quiere decir, usando categorías occidentales, si son dueños o poseedores. Ahora bien, el tema no queda ahí porque habría que diferenciar si son titulares de todo el territorio o solo de fracción del territorio (como por ejemplo cuando son titulares solo de las áreas agropecuarias y tienen derechos de usufructo sobre la parte forestal). También se puede dar el caso de concesiones forestales otorgadas a comunidades. En esta misma línea habría que diferenciar casos en los que se involucran “todos” los de la comunidad o solo los llamados grupos de interés.

El otro tema a esclarecer refiere al actor comunitario. Podemos estar hablando de comunidades rurales tradicionales, indígenas o tribales. Así mismo, podemos “diferenciar” (lo pongo entre comillas porque muchas veces esto no es tan simple) campesinos, indígenas, ribereños, mestizos. La tipología puede variar de país a país e incluso de región a región. En este artículo no vamos a profundizar al respecto pero es importante caer en cuenta que estamos hablando de pobladores locales con diferentes matrices culturales. Lo comunitario alude a lo colectivo, por tanto el manejo forestal familiar en sentido estricto no correspondería al manejo forestal comunitario (varias familias) ni tampoco el caso de empresas forestales individuales.

Otro aspecto refiere a si se trata de áreas forestales concentradas (al interior de una comunidad) o se refiere a un conjunto de áreas que se encuentran de manera dispersa (varias comunidades). Así mismo es importante diferenciar si estamos en un caso de derechos otorgados legalmente o ha sido definido por arreglos locales.

Ahora estamos en condiciones de caracterizar al manejo forestal comunitario. Todo depende de qué paradigma partimos, si estamos hablando a partir de la perspectiva y realidad comunitaria (tal como se desprende del concepto desarrollo forestal comunitario) o se trata más bien de experiencias de manejo forestal comunitario en colaboración con terceros. En el primer caso decimos que el manejo forestal se verifica cuando es local, está organizado colectivamente, los participantes comparten responsabilidades y beneficios y habría que agregar “bajo control local”. En el segundo caso se caracteriza al manejo forestal comunitario cuando está articulado necesariamente a mercados, reciben programas de asistencia técnica y capacitación, aplican prácticas de impacto reducido, reciben financiamiento externo, tienen derechos legales y existe participación local en la delimitación de áreas bajo manejo.

Como podemos apreciar no es exactamente lo mismo. Es obvio que no estamos deslegitimando la articulación a mercados la cuestión es qué tanto es un proceso bajo control comunal producto de su autodeterminación. La angustia por la “empresarialización” de las comunidades que manejan bosques en muchas ocasiones lleva a desarrollar subsidios que artificializan la dinámica del manejo forestal. El reconocimiento que existe una diversidad de situaciones (como por ejemplo respecto al grado de articulación a mercados) debería llevarnos también a desarrollar múltiples estrategias y alternativas de acompañamiento que no reemplacen a las personas, no debiliten sus procesos de toma de decisiones y por el contrario fortalezcan su empoderamiento.

De todo lo expresado se desprende la constatación que no es que las comunidades tengan que adecuarse al paradigma de manejo forestal comunitario que los externos han tratado de imponer sino todo lo contrario qué tanto los externos entienden y se insertan respetuosamente en las propias dinámicas locales de manejo forestal comunitario. Esta no es una posición que pueda ser tildada de conformista, falta de ambición y de negar a las comunidades las oportunidades de desarrollo (bien vivir, vivir bien o vida plena) sino parte del principio de reconocer los derechos de autodeterminación y desarrollo propio que tienen los pueblos indígenas y de reconocer el rol de los externos dentro de un marco de respeto. Ello no exime de reconocer que hay una gran deuda con los pueblos indígenas respecto a desarrollar una educación de calidad, atributo además que debe ser definida por ellos y ellas.

 

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